Si todo es relativo y depende del punto de vista de los demás
¿por qué será que nos sentimos tan molestos cuando la opinión de otro no es la
misma que la nuestra? Sentimos esa cosquilla que recorre la garganta, una
catarata de argumentos para tratar de convencerlo de que nuestra opinión es la
que vale, la perfecta; cuando en realidad, la mayoría de las veces, nosotros
mismos no nos sentimos convencidos de nuestra opinión.
Me pregunto que pasaría si dejáramos de perder el tiempo en
tratar de persuadir al otro y comenzáramos a usarlo en algo más productivo,
como inventar una canción o simplemente plantar un árbol. Si así fuera habría más gente famosa que común, ¿quién
seguiría a quién en ese caso? No existirían las masas de gente consumista, que
se compra hasta la media que usó su actor favorito; o aquellos que toman
durante años clases de música para imitar a los cantantes que siguen desde
chicos.
Como conclusión se desprende, entonces, que no conviene que
la gente sea independiente, no?
Todos estamos tan pendientes de la opinión de los demás, de
su apariencia, que nos concentramos en parecernos a ellos, pero no de ser nosotros mismos.
Y así obtenemos, como consecuencia, sufrimiento en todas sus variables:
discriminación, celos, adicciones y privación de cosas (el ejemplo más común:
comida).
El común de la gente tiene muchas cosas de las que debería
ocuparse, pero no es muy frecuente encontrar a alguien que se haga cargo de su
vida; ya se que para algo se inventó la crítica, pero ¡usarla en exceso es perjudicial
para la salud!