Llore hasta sentir secarse las
lagrimas en mis dedos. Llore hasta respirar hondo y darme cuenta de que ya nada
me hacia bien. Llore hasta entender que estaba sola y desprotegida en este lugar.
Llore hasta perder la conciencia y sentirme completamente inútil. Llore
porque comprendí que nada era capaz de hacerme sentir viva, y hasta a
veces poder arrancarme una sonrisa; nada podía ser tan real y
sorprendente al mismo tiempo. Llore porque sentí tu ausencia, esa que
hasta hoy nunca había sentido, y por fin logre darme cuenta de que en
realidad, aunque me cueste aceptarlo, no es culpa de nada ni de nadie lo que me
sucede y sin querer entenderlo, cuando ninguna de las
fichas encajaba, entendí que te había perdido y que además había olvidado
tantos sueños y tantos recuerdos felices. Llore porque solo tenia viejos
recuerdos, algunas imágenes borrosas de las que casi
no distinguí tu lejana y triste mirada.
Llore hasta creerme feliz por un instante, hasta que sin
motivos empecé a reír sin parar, sin llegar a entender
completamente que estaba haciendo. Llore hasta verte al lado mío, secándome con
tanto amor mis lagrimas, tratando de aliviar mi llanto.
Llore porque de alguna
manera me estaba resignando a seguir cada minuto y cada segundo sin
tu compañía. Llore porque creía sentirme fuerte
y comprendí que vos me dabas esa fuerza capaz de hacerme sentir el
aire rozar con mis labios; llore porque nunca te diste cuenta de que todo lo
que hacia era solamente para vos, porque nunca sentí que mi esfuerzo
era suficiente para que te sintieras orgulloso de mi. Llore porque vivía cada día sin vivir
lo, creyéndome feliz, convenciéndome de que todo lo que
hacia estaba bien. Vivía solo para entregarte miradas,
mis energías, mi vida en un segundo y poder sonreír al saber que
te quedarías solo por mi. Y después de
eso, volví a entender que cada cosa que hacia era inútil, que
verdaderamente a nadie le importaba lo que hacia o dejaba de hacer. Y llore,
para descargar de una vez por todas, todo el dolor que me ocasionaba sentirme
tan poca cosa, de pronto me había olvidado de como era sentirse
orgullosa de una misma, llore porque te extrañaba y no podía hacer
nada para recuperarte. A pesar de mis intentos, siempre hay algo que supera mis
fuerzas y me derriba, haciendo caer una y otra vez de la misma forma, en el
mismo lugar, lastimando mi dignidad. Fue así, que al saber que
te habías ido perdí todas las ganas de seguir, tal vez me
acostumbre demasiado a tenerte cerca y a que me transmitieras
cada día un poquito de tu filosofía, porque de
cada día hacías una historia diferente. Antes de que llegaras no
confiaba en nadie, ni siquiera en mi, y la verdad es que siempre supe
que algún día a perder, y llore como otras tantas veces, a
escondidas, para no defraudarte. Llore porque te necesitaba mas que nunca, mas
que siempre y la noche apenas empezaba