
Bueno es reconocer cuando
la vida nos va bien o, al menos, nos sentimos a gusto de cómo transcurren las
cosas. Justo es saber experimentar esa sensación de bienestar que tan lejos
sentimos en alguna que otra ocasión. Injusto resulta el hecho de que siempre
nos quejemos cuando, mirando alrededor, tampoco son tantas las cosas malas en
comparación de las buenas. Quizás es este el motivo por el que uno siente la
necesidad de gritar lo bien que se puede llegar a sentir una persona por el
simple hecho de estar cómoda, feliz… Básicamente, no solo nos debemos quejar de
lo malo sino saber reconocer lo bueno, la tregua y no olvidemos que aquellas
cosas malas siempre suceden por algo, igual que las buenas, y que de todo se
aprende; es más, soy de las que piensa que aprendemos más de los errores, de lo
negativo… porque nos fijamos más y luchamos para ser fuertes, para no
desvanecernos; en cambio, si todo saliera bien nos ahogaríamos en un vaso de
agua simplemente con una tormenta y la ida de la luz o por el mero hecho de no
tener esa cosa que tanto ansiamos.
Vivamos, disfrutemos,
sonriamos… y recordemos que nadie dijo que la vida fuese fácil pero si que
valía la pena.